Hipertensión sistémica en perros y gatos: causas, riesgos y tratamientos

Hipertensión sistémica en perros y gatos: causas, riesgos y tratamientos

La hipertensión arterial sistémica en perros y gatos ha emergido como una condición clínica significativa que puede impactar gravemente la calidad de vida y la supervivencia de las mascotas.
Aunque en medicina humana la hipertensión suele ser primaria (sin causa identificable), en veterinaria la forma secundaria, es decir, como consecuencia de otra enfermedad es la más común.
El problema está en que muchos signos iniciales son sutiles: letargia, disminución del apetito, oculares, cambios neurológicos leves. Debido a ello, los dueños suelen no reconocerlos. 

Correo: dana.malips@gmail.com

Fisiopatología: ¿cómo se desarrolla la hipertensión?

El control de la presión arterial es un mecanismo complejo que involucra múltiples sistemas integrados, como el sistema renina-angiotensina-aldosterona (RAAS), el balance entre vasoconstricción y vasodilatación endotelial, regulación del volumen plasmático y función renal. 

Cuando alguna de estas rutas falla o es alterada por una enfermedad (por ejemplo, enfermedad renal crónica), puede generarse un aumento sostenido de la presión. En gatos, la pérdida progresiva de nefronas puede inducir cambios hemodinámicos que favorecen la hipertensión.
En perros, condiciones endocrinas como el síndrome de Cushing (hiperadrenocorticismo) son factores de riesgo conocidos: alteran el sistema hormonal, incrementan resistencias vasculares y promueven retención de sodio. 

Además, puede haber una retroalimentación negativa: la hipertensión continuada daña órganos blanco (ojos, riñón, cerebro), que a su vez pueden agravar aún más la disfunción vascular, generando un círculo vicioso. 

Epidemiología y factores de riesgo

La verdadera prevalencia de hipertensión en mascotas es difícil de estimar, debido a las variaciones en métodos de medición, criterios diagnósticos y poblaciones estudiadas.
Estudios en perros aparentemente sanos han reportado prevalencias que oscilan entre 0.5 % y hasta 10 %, dependiendo del grupo (raza, tamaño, edad).
En gatos, se ha observado que en una población asintomática aproximadamente el 2 % puede tener presión sistólica (PS) > 170 mm Hg. 

Un estudio reciente en perros con hiperadrenocorticismo halló que hasta el 82 % presentaban hipertensión sistémica; casi la mitad tenían hipertensión severa (≥ 180 mm Hg).
Esto indica que, cuando existe una enfermedad predisponente, la medición de presión arterial debe considerarse rutinaria.

Los factores de riesgo más frecuentemente reconocidos incluyen:

  • Edad avanzada (mayor frecuencia de enfermedades subyacentes) 
  • Enfermedad renal crónica (ERC) en gatos y perros 
  • Hipertiroidismo en gatos, un desencadenante clásico de hipertensión secundaria 
  • Hiperadrenocorticismo en perros, con frecuencia muy asociado a hipertensión sistémica 
  • Otras causas menos comunes: hiperaldosteronismo primario (en gatos), enfermedades cardíacas, proteinuria, terapias farmacológicas que afectan presión arterial. 

Diagnóstico: medición confiable y criterios

Técnicas no invasivas de medición

El diagnóstico de hipertensión debe basarse en mediciones confiables y repetidas de la presión arterial.
Los métodos más comunes son:

  • Doppler veterinario: útil para estimar la presión sistólica. En gatos se considera que puede ofrecer una buena estimación del valor medio arterial, aunque tiene sus limitaciones. 
  • Dispositivos oscilométricos específicos veterinarios: miden presión de forma automática. Sin embargo, tienden a subestimar los valores de presión cuando estos son elevados. 
  • Estudios comparativos entre métodos no invasivos y medición invasiva (arterial directa) muestran que muchos dispositivos pierden precisión en rangos hipertensivos, subestimando los valores sistólicos altos. 

Uno de los grandes retos es distinguir entre hipertensión verdadera y “hipertensión situacional” (estrés del animal en clínica). Por ello, se recomienda repetir mediciones en múltiples sesiones, idealmente en condiciones relajadas. 

Criterios y etapas de riesgo

Las guías de consenso veterinario clasifican la presión sistólica (PS) según el riesgo de daño a órganos blancos (TOD, target organ damage):

PS sistólica (mm Hg)Estado / Riesgo de TOD
< 140normotensión / riesgo mínimo 
140–159prehipertensión / riesgo bajo 
160–179hipertensión moderada / riesgo moderado 
≥ 180hipertensión severa / riesgo alto de lesión orgánica 

Cuando la PS es persistentemente ≥ 160 mm Hg o alcanza ≥ 180 mm Hg, debe considerarse intervención terapéutica. 

Si en la primera sesión de medición se detecta daño en órganos blanco (por ejemplo, lesión retinal, proteinuria, alteraciones neurológicas), el tratamiento puede iniciarse sin esperar confirmaciones adicionales. 

Daño a órganos blanco: la razón del riesgo clínico

La hipertensión sostenida ejerce tensión mecánica sobre las arterias pequeñas y capilares, lo que deriva en daño progresivo en órganos sensibles. Este daño acumulativo puede manifestarse en:

  • Ojos / retina: hemorragias retinianas, desprendimiento de retina, edema, potencial de ceguera súbita, especialmente en gatos. 
  • Riñones: lesión glomerular, proteinuria, progresión de enfermedad renal crónica. 
  • Sistema nervioso central: convulsiones, encefalopatía hipertensiva, déficits neurológicos focales. 
  • Corazón y vasos: hipertrofia ventricular izquierda, insuficiencia cardíaca, alteraciones estructurales vasculares. 

Un estudio demostró que niveles crónicos elevados de PS se asocian con menor expectativa de vida en perros, debido precisamente al daño acumulado en ojos, riñón, cerebro y corazón. 

En perros con lesiones oculares sugestivas (hemorragias, desprendimiento retiniano), se ha observado que hasta el 62 % tenían hipertensión (PS ≥ 160 mm Hg). 

Objetivos terapéuticos

El objetivo principal es reducir la presión arterial hacia niveles seguros (idealmente < 140 mm Hg, o al menos < 160), minimizando el riesgo de progresión de daño orgánico.
También es esencial abordar la enfermedad subyacente que genera la hipertensión (renal, endocrina, etc.). Tratar solo la presión sin corregir la causa reduce la efectividad global del manejo. 

Referencias