Meta anunció el retiro de los botones externos de “Me gusta” y «Compartir” en Facebook, es decir, aquellos que aparecen incrustados en blogs, medios, tiendas en línea y sitios fuera de la red social a partir del 10 de febrero de 2026.
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Estos botones, junto con el plugin de comentarios externos, dejarán de renderizarse: en lugar de mostrarse, se convertirán en un “píxel de 0×0”, invisible para el usuario, sin provocar errores en las webs que aún los tengan integrados.
¿Por qué esta decisión?
Según Meta, el uso de estos plugins ha decaído “de forma natural” conforme ha evolucionado el entorno digital.
El argumento es doble: ya no son una necesidad técnica ni una medida relevante de interacción, dado que las dinámicas de consumo de contenido han cambiado.
Además, el botón “Me gusta” que nació en 2009 como una forma simple de reaccionar o apoyar contenido siempre ha sido también una puerta para el rastreo de la actividad del usuario en webs externas.
Implicaciones para usuarios, salud digital y privacidad
Menos presión social implícita: La eliminación de un marcador visible de “popularidad” puede reducir la percepción de “valor social” ligado al número de likes. Eso podría disminuir la ansiedad por validación o “dar likes por obligación”, un factor que algunos estudios relacionan con desórdenes de autoestima y comparación social en redes.
Mayor control sobre la privacidad: Con los plugins inactivos, desaparece un mecanismo automático de rastreo de comportamiento en terceros sitios. Esto podría traducirse en una navegación algo más privada, algo relevante desde una perspectiva de salud digital y bienestar.
Cambio en métricas de reputación online: Para blogs, medios, negocios o profesionales de la salud, desaparecerá una medida cuantitativa fácil de engagement. Esto obliga a replantear cómo se mide la resonancia de contenidos: quizá priorizando comentarios, suscripciones, tiempo de lectura o interacciones más profundas.
Una visión crítica: ¿es suficiente?
Aunque la medida parece ir en la dirección de mayor privacidad y menor superficialidad digital, no necesariamente soluciona todos los problemas de salud mental relacionados con redes. Los usuarios aún pueden ser medidos por otros indicadores internos de las plataformas (como tiempo de uso, clicks, historial de navegación, perfilado). Además, la presión social cambia de forma: quizá ya no por “likes”, pero por visibilidad, alcance, shares, comentarios.
Para quienes trabajamos en marketing sanitario o comunicación médica, este cambio debe leerse como una oportunidad para replantear estrategias de difusión: priorizar contenido de valor, crear comunidad de confianza, incentivar interacción genuina en lugar de buscar métricas vacías.
El fin de los botones “Me gusta” y “Compartir” de Facebook en sitios externos marca simbólicamente el cierre de una etapa de la cultura digital. Desde una óptica de salud y bienestar, representa un paso hacia un internet posiblemente más sobrio, menos dependiente de la validación numérica. Para comunicadores y profesionales de salud, es una invitación a repensar cómo generar engagement auténtico, basado en contenido valioso, confianza y respeto por la privacidad.
Referencias