Dentro de los años más recientes, la resistencia microbiana se ha convertido en uno de los temas con mayores desafíos para la salud pública mundial. A pesar de ser un tema mencionado dentro de los informes médicos o alertas sanitarias, muchas personas no comprenden a lo que se refiere, cómo surge y cómo puede afectar su vida cotidiana.
En este artículo, buscamos explicar, de forma sencilla y con evidencias sólidas, por qué este fenómeno representa un riesgo creciente, acciones que podemos tomar desde la población general y los profesionales de la salud.
Correo: dana.malips@gmail.com
¿Qué es la resistencia antimicrobiana?
La resistencia microbiana RAM o AMR (por sus siglas en inglés) se produce cuando los microorganismos tales como: bacterias, virus, hongos o parásitos cambian con el tiempo y dejan de responder a los medicamentos diseñados para detenerlos o eliminarlos.
Estos medicamentos incluyen antibióticos, antifúngicos, antivirales y antiparasitarios. Cuando esto pasa, las infecciones se vuelven más complicadas (algunas veces imposibles) de tratar, lo que puede aumentar la propagación de la enfermedad, provocar complicaciones graves y elevar la mortalidad.
¿Por qué se vuelve un problema global?
La RAM es uno de los grandes desafíos de salud pública en el siglo XXI. De acuerdo con la OMS, en 2019 la RAM se relacionó al menos 1.27 Millones de muertes, y contribuyó a casi 5 millones adicionales.
Asimismo, este fenómeno trasmina muchas de las actuales conquistas médicas: procedimientos como cirugías, quimioterapias y cesáreas dependen de antibióticos efectivos.
El impacto no es solo sanitario; también existe un costo económico elevado: por ejemplo, la RAM podría generar hasta un billón de dólares adicionales en gasto de salud hacia 2050.
¿Cómo aparece la resistencia?
La resistencia es un proceso natural: los gérmenes evolucionan con el tiempo mediante cambios genéticos.
Sin embargo, los humanos aceleramos ese proceso con el uso inadecuado de los antimicrobianos (la automedicación, no completar el tratamiento o su uso para enfermedades virales) favorece que las bacterias desarrollen mecanismos de defensa.
También es importante tomar en cuenta que la sobreutilización de estos fármacos en animales y plantas contribuye al problema al permitir la propagación de los patógenos resistentes.
Por si fuera poco, los gérmenes resistentes pueden compartir sus genes de resistencia en otros microorganismos, una “comunicación genética” que facilita la propagación de la resistencia.
¿Cómo se propaga la RAM?
Los microbios resistentes viajan de muchas formas, pueden transmitirse entre personas mediante contacto directo, por ejemplo al dar la mano, tener relaciones, o por partículas de saliva.
También circulan entre humanos y animales, y a través de la cadena alimentaria o entornos como el agua contaminada. Además, los viajes internacionales facilitan su difusión: alguien puede adquirir una infección resistente en un país y llevarla a otro.
¿Qué riesgos representa para nosotros?
Cuando los antimicrobianos pierden eficacia, las infecciones comunes se vuelven más peligrosas.
Procedimientos médicos de alto riesgo, como cirugías o tratamientos para el cáncer, se vuelven más inseguros, porque dependen de antibióticos para prevenir infecciones.
En muchas regiones, especialmente en países con menos recursos, la capacidad de diagnosticar y tratar la RAM es limitada, lo que agrava la desigualdad en salud.
Además, los pacientes con infecciones resistentes suelen requerir hospitalización más larga, tratamientos más caros y cuidados más intensivos.
¿Qué podemos hacer para frenar la RAM?
Uso responsable de antimicrobianos: No autoadministrar antibióticos. Siempre usarlos bajo prescripción médica y completar el tratamiento.
Prevención de infecciones: Lavado de manos, vacunación, higiene en el hogar y en hospitales ayudan a reducir la necesidad de antibióticos.
Mejor diagnóstico: Contar con pruebas rápidas y precisas para saber si una infección es bacterial, viral o fúngica, y definir el tratamiento adecuado.
Vigilancia y políticas de salud: Los gobiernos y organismos de salud deben monitorear la resistencia, regular el uso de antibióticos y fomentar la investigación de nuevos fármacos.
Educación a la población: Informar a las personas sobre el peligro de la resistencia y cómo prevenirla es clave.
La resistencia antimicrobiana es una amenaza silenciosa pero poderosa. Si no actuamos con responsabilidad, podríamos volver a tiempos en los que muchas infecciones eran mortales.
Pero hay esperanza: mediante un uso más consciente de los medicamentos, mejores prácticas de prevención y políticas públicas efectivas, podemos contener este problema.