
Es esencial recordar que el Virus del Papiloma humano (VPH) no es un tema exclusivo para jóvenes ni de campañas aisladas: Es un tema presente en la vida de muchas mujeres, y comprenderlo puede marcar la diferencia.
El VPH comprende más de 200 genotipos, de los cuales por lo menos 30 están relacionados con infecciones genitales. Algunos de estos tipos están considerados de bajo riesgo, responsables principalmente de verrugas y lesiones benignas, por otro lado, otros se clasifican de alto riesgo y pueden introducir transformaciones celulares que progresen en cáncer si la infección persiste.
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La transmisión ocurre principalmente en momentos de contacto íntimo de piel con mucosa, no requiere penetración.
A través de micro lesiones no visibles, lo que no favorece que muchas personas no sean conscientes del contagio.
En condiciones morales, el sistema inmunitario elimina la mayor parte de las infecciones en uno o dos años, no obstante, cuando no ocurre esta “limpieza” natural, una infección por tipo de alto riesgo puede alterar el ciclo celular del epitelio cervical y generar lesiones precancerosas, que, sin detección oportuna, evolucionan a cáncer.
Algunos de los factores que favorecen la instalación del virus o su persistencia son: comenzar la vida sexual a temprana edad, tener múltiples parejas sexuales, uso prolongado de tabaco (daña el ambiente local cervical), la inmunosupresión (como en mujeres com VIH), y posibles co-infecciones o inflamaciones persistentes.
Los tipos de VPH de bajo riesgo incluyen principalmente los genotipos 6, 11, 42, 43 y 44, y suelen manifestarse como verrugas genitales o anales; raramente se asocian con cáncer. En cambio, los tipos de alto riesgo como 16, 18, 31, 33, 35, 45, 52, 58, entre otros tienen un mayor potencial de integrarse al genoma celular, alterar genes reguladores (como los supresores p53/pRB) y, con persistencia prolongada, predisponer a cáncer cervical y otros tumores del área genital u orofaríngea.
Cabe destacar que los tipos 16 y 18 son responsables de aproximadamente el 70 % de los casos de cáncer cervical en el mundo.
Un hallazgo interesante y menos conocido es que no todos los tipos de alto riesgo tienen igual potencial oncogénico. Por ejemplo, el tipo 16 confiere el mayor riesgo individual, mientras que otros (como 18) están más asociados con lesiones glandulares. Algunos estudios proponen que en futuras guías clínicas debería reportarse por separado 16 y 18 en lugar de agregarlos con otros tipos de alto riesgo.
Además, aunque la coinfección viral es común, en algunos casos las mujeres con coinfecciones de alto y bajo riesgo han tenido resultados menos agresivos que las infectadas solo por un tipo de alto riesgo, lo que sugiere interacciones virales aún poco entendidas.
Las consecuencias de una infección de VPH persistente en mujeres van más allá del cáncer cervical. En primer lugar, pueden aparecer lesiones precancerosas en el cérvix (CIN I, II o III). Si estas no se detectan, pueden evolucionar hacia carcinoma invasivo. Pero el VPH también puede afectar otros sitios: vulva, vagina, ano, e incluso la región orofaríngea.
En casos de tipos de bajo riesgo como 6 y 11, puede surgir la papilomatosis respiratoria recurrente, que compromete las vías aéreas y provoca dificultad respiratoria.
También merece mención algo menos obvio: algunas investigaciones emergentes exploran posibles efectos sistémicos del VPH. Por ejemplo, en estudios de infección masculina, los portadores de genotipos de alto riesgo mostraron mayores niveles de especies reactivas de oxígeno (ROS) en espermatozoides, lo que altera su viabilidad. Si bien esto no se traduce directamente en hallazgos en mujeres, abre preguntas sobre cómo la infección persistente puede influir en procesos inflamatorios locales o sistémicos.
Desde el punto de vista clínico, muchas mujeres no saben que el VPH puede “autoinocularse” en la zona anal sin haber tenido relaciones anales explícitas, simplemente por contacto local o “descenso” viral. También es importante subrayar que el riesgo de infección por VPH de alto riesgo no desaparece con la edad: algunas mujeres mayores de 60 han mostrado tasas de positividad bastante elevadas, lo que sugiere que el monitoreo no debe abandonarse demasiado pronto.
Para aprovechar este Mes Rosa, es importante crear un buen enfoque. En primera instancia, precisar que todas las edades importan: no solo las jóvenes están en riesgo. También, recordar que las vacunas actuales pueden prevenir infecciones por los principales tipos de alto y bajo riesgo como 6, 11, 16, 18, 31, 33, 45, 52, 58 en la vacuna nonavalente que ayuda a reforzar la prevención primaria.
Aunque la vacuna no exime la necesidad de seguimiento: las pruebas de citología (Papanicolaou) y detección molecular de VPH son esenciales para detectar lesiones tempranas, incluso en mujeres vacunadas.