Neurodiversidad en foco: autismo, salud mental y bienestar integral

Neurodiversidad en foco: autismo, salud mental y bienestar integral

Imagina descubrir a los 30 años que siempre has sido autista: un momento que mezcla claridad, liberación y también desafíos. Esa es la realidad de muchas personas. En este artículo te cuento por qué el autismo y otros trastornos neurológicos están en el centro de debates recientes, qué comorbilidades los acompañan y cómo se está transformando la forma de entenderlos, tanto desde la ciencia como desde la sociedad.

Correo: dana.malips@gmail.com

La evolución del diagnóstico en cifras

  • En EE.UU., 1 de cada 31 niños de 8 años fue identificado con TEA en 2022, frente a 1 de cada 150 en 2000.
  • La brecha entre sexos sigue siendo de aproximadamente 3 a 4 veces más común en varones, aunque se reconoce que las niñas podrían estar subdiagnosticadas.
  • Además, 1 de cada 45 adultos en EE.UU. tiene TEA, según datos recientes.

La combinación de mejor conciencia pública, criterios diagnósticos más amplios (desde 2013 incorporando Asperger) y menor estigma ha impulsado este aumento en diagnósticos tanto en niños como en adultos.

Autismo en la adultez: redescubrimiento

  • Entre 2011 y 2019, el diagnóstico en adultos se duplicó, especialmente entre los 26 y 34 años.
  • Muchas mujeres reciben su diagnóstico después debido a síntomas más sutiles y a lo que se llama diagnostic overshadowing: condiciones como ansiedad o TDAH enmascaran el autismo.
  • Obtener un diagnóstico tardío suele significar encontrar una comunidad, explicaciones para experiencias pasadas y recursos adaptados.

Comorbilidades: un ecosistema complejo

  • Un 76 % de niños con TEA presentan al menos otro trastorno neurológico o conductual (TDAH, dificultades motrices…).
  • Se estima que 40–80 % de personas con autismo tiene ansiedad, TDAH o depresión.
  • Las condiciones médicas también son comunes: hasta un 30–36 % pueden tener epilepsia; más del 50 % problemas de sueño; y muchos problemas digestivos, sensoriales, musculoesqueléticos y hormonales .

Estas comorbilidades no solo complican los diagnósticos —por ejemplo, síntomas de ansiedad pueden confundirse con rasgos del TEA—, sino que también requieren que el tratamiento sea verdaderamente integral y no fragmentado.

Sensibilidad sensorial y somática

Un aspecto clave del espectro autista es el trastorno del procesamiento sensorial: respuestas exageradas o atenuadas al estímulo (ruido, luz, tacto). Esto impacta hasta al 70 % de las personas con TEA.
Estos desafíos pueden afectar la alimentación (restricciones, hipersensibilidad), el sueño, la movilidad y el estrés crónico.

Microbiota y factores ambientales

  • Se observa que la microbiota intestinal difiere en niños con autismo, aunque aún no se sabe si es causa o consecuencia.
  • Ensayos con probióticos muestran mejoras digestivas, pero no impactan directamente los síntomas centrales del TEA.
  • Estudios en animales han relacionado exposición prenatal a microplásticos (como BPA) con alteraciones neuronales asociadas al TEA, aunque aún no se confirmaron en humanos.

El desafío del diagnóstico y el enfoque multidisciplinario

  • No existen pruebas de laboratorio o imágenes estándar: el diagnóstico se basa en criterios clínicos (DSM‑5) y observación de conducta.
  • El fenómeno del diagnostic overshadowing puede retrasar o confundir diagnósticos, tanto en niños como adultos.
  • Por eso se recomienda un enfoque multidisciplinario: psiquiatras, neurólogos, gastroenterólogos, psicólogos, terapeutas ocupacionales…

Neurodiversidad y calidad de vida

El paradigma actual promueve la neurodiversidad: aceptar el autismo como una de las muchas maneras en que funciona el cerebro humano, no exclusivamente como una condición patológica.
Se advierte que las presiones para “camuflar” la condición (sobre todo en entornos sociales) pueden aumentar el riesgo de ansiedad, depresión e incluso llevar a síntomas autolesivos.

Recomendaciones esenciales

  • Consulta formal: un diagnóstico integral y profesional es indispensable, especialmente ante señales consistentes.
  • Evaluación de comorbilidades: atiende aspectos como sueño, ansiedad, TDAH, epilepsia, sensibilidad sensorial y digestiva.
  • Tratamiento personalizado: terapia conductual (ABA, integración sensorial), apoyo social, ajustes en la escuela o trabajo y, si es necesario, medicación.
  • Apoyo emocional: grupos de autistas adultos y recursos en línea ofrecen contención y herramientas prácticas.

El autismo es solo una parte: se asocia con diversas condiciones que requieren ver a la persona en toda su complejidad. El aumento de diagnósticos refleja mayor conciencia y reconocimiento, no un “aumento misterioso” de casos. El movimiento hacia la neurodiversidad abre la puerta a una sociedad más inclusiva, donde cada estilo de neurofunción aporta valor.

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